No conozco a nadie que apoye la opresión del pueblo saharaui por parte del estado de Marruecos o la tímida contestación del gobierno español al respecto; me refiero a apoyar, no a justificar, que del deporte olímpico de la justificación con pértiga los ejemplos son infinitos; tal vez frecuente bares y cafeterías progres donde se fomenta elbuenismo—a juzgar por las hipercalóricas ensaladillas rusas y la mugre bajo la barra no parece el caso—, pero tampoco conozco a nadie que crea que los mercados financieros sean un ejemplo de justicia que, con las lógicas limitaciones de cualquier organización humana, cumplan su cometido, el cual debiera ser poner el capital de los ahorradores en contacto con las necesidades de financiación de los emprendedores, fomentando así una innovación que, si nos fiamos de las corrientes filosóficas predominantes desde finales del siglo XVIII, contribuirá a la mejora de las condiciones de vida de la sociedad en su conjunto.
Si las autoridades han informado de que la sociedad está para servir a los mercados y no viceversa, agradecería que alguien fuera tan amable de comunicármelo con un cese y desista y, desde la indignación y el cabreo, tal vez me anime a cesar de desistir. Aún no he oído a nadie defender como justas las prebendas (del género latrocínico de la autoprebenda, pues son disfrutadas por los mismos que las conceden) aprobadas por los consejos de administración de unos bancos y cajas españoles que tras ser rescatados con dinero público han atacado a las partes más débiles de nuestra sociedad con leyes enrevesadas e inmorales según las cuales perder una casa que se lleva años pagando no es suficiente penalización y además hay que ser responsable de la depreciación de la misma.
Éstos son algunos ejemplos de casos en los que todos parecemos estar de acuerdo; casos de blanco o negro, del fuerte encarnizándose con el débil ante la pasividad del parlamento—el tema de las hipotecas y la dación en pago pasó por las acomodaticias narices de sus señorías, quienes no consideraron pertinente intervenir—; millones de mensajes intercambiados por correo electrónico, Facebook y Twitter sobre temas de claridad palmaria, todo ello regado con locuaces intoxicaciones de fin de semana. Y todos de acuerdo. Y de acuerdo en que todo parece ir en la dirección opuesta a nuestras convicciones.
Siguiente paso: ¿cuándo vamos a la plaza? Porque según lo visto en Túnez y Egipto conocer el camino a la plaza del pueblo o ciudad es una parte importante de lograr cambiar la sociedad en la dirección ansiada. Vaya, por lo que parece otra cuestión en la que también estamos de acuerdo es en que no vamos a hacer nada al respecto. Como aquellos libros de Elige tu Propia Aventura de nuestra ochentera infancia que tan bien nos prepararon para los amodorrantes e interactivos tiempos modernos, aquí también podemos “Elegir nuestra Propia Excusa”. Del clásico “de todas formas no sirve de nada”, a una cualquiera de las elaboradas fábulas contemporáneas en las que quedará claramente ilustrado que el corrupto e inmoral siempre gana, llegando a la gloriosa frase, esa que nada más pronunciarla debiéramos arrodillarnos avergonzados ante unos dioses de la filosofía que debieran existir sólo sea para que podamos pedirles perdón en casos como éste: “no es tan sencillo”. Minutos después, nuestro Mayo del 68 portátil concluirá con un “hay cosas que no entendemos” directo a ese pequeño corazón revolucionario que todos llevamos dentro.
De modo que empezamos queriendo hacer algo, continuamos autoconvenciéndonos de que no podemos hacer nada, luego nos mortificamos pensando que tal vez no quisiéramos hacer nada de todos modos, para luego exculparnos pensando que no había nada que hacer y que hay muchos intereses en juego y, de nuevo la culpa, de los que tal vez participemos; todo ello sazonado con la salsa de la duda, que es la de pensar al momento siguiente lo contrario que en el momento anterior, convirtiendo el justo e ilustrado proceso de recabar información de fuentes diversas en la forma de cancelar uno a uno y con quirúrgica precisión nuestros pensamientos, acabando de nuevo en el punto de partida unos días más viejos, una decepción más cínicos y un arranque en falso más pasivos.
Así que no se dejen convencer: el camino a la plaza no está bien señalizado…
Créditos Fotográficos: Imagen editada por DFV utilizando las siguientes fotografías originales, Foto 1, Foto 2
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